lunes, 29 de abril de 2013

Viejo con árbol de Roberto Fontanarrosa

Alumnos: este es el próximo cuento que trabajaremos.

Viejo con árbol

de Roberto Fontanarrosa


A un costado de la cancha había yuyales y, más allá, el terraplén del ferrocarril. Al otro costado, descampado y un árbol bastante miserable. Después las otras dos canchas, la chica y la principal. Y ahí, debajo de ese árbol, solía ubicarse el viejo.
Había aparecido unos cuantos partidos atrás, casi al comienzo del campeonato, con su gorra, la campera gris algo raída, la camisa blanca cerrada hasta el cuello y la radio portátil en la mano. Jubilado seguramente, no tendría nada que hacer los sábados por la tarde y se acercaba al complejo para ver los partidos de la Liga. Los muchachos primero pensaron que sería casualidad, pero al tercer sábado en que lo vieron junto al lateral ya pasaron a considerarlo hinchada propia. Porque el viejo bien podía ir a ver los otros dos partidos que se jugaban a la misma hora en las canchas de al lado, pero se quedaba ahí, debajo del árbol, siguiéndolos a ellos.
Era el único hincha legítimo que tenían, al margen de algunos pibes chiquitos; el hijo de Norberto, los dos de Gaona, el sobrino del Mosca, que desembarcaban en el predio con las mayores y corrían a meterse entre los cañaverales apenas bajaban de los autos.
--Ojo con la vía, alertaba siempre Jorge mientras se cambiaban.
--No pasan trenes, casi, tranquilizaba Norberto. Y era verdad, o pasaba uno cada muerte de obispo, lentamente y metiendo ruido.
--¿No vino la hinchada?, ya preguntaban todos al llegar nomás, buscando al viejo-. ¿No vino la barra brava?
Y se reían. Pero el viejo no faltaba desde hacía varios sábados, firme debajo del árbol, casi elegante, con un cierto refinamiento en su postura erguida, la mano derecha en alto sosteniendo la radio minúscula, como quien sostiene un ramo de flores. Nadie lo conocía, no era amigo de ninguno de los muchachos.
--La vieja no lo debe soportar en la casa y lo manda para acá, bromeó alguno.
--Por ahí es amigo del referí, dijo otro. Pero sabían que el viejo hinchaba para ellos de alguna manera, moderadamente, porque lo habían visto aplaudir un par de partidos atrás, cuando le ganaron a Olimpia Seniors.
Y ahí, debajo del árbol, fue a tirarse el Soda cuando decidió dejarle su lugar a Eduardo, que estaba de suplente, al sentir que no daba más por el calor. Era verano y ese horario para jugar era una locura. Casi las tres de la tarde y el viejo ahí, fiel, a unos metros, mirando el partido. Cuando Eduardo entró a la cancha --casi a desgano, aprovechando para desperezarse-- cuando levantó el brazo pidiéndole permiso al referí, el Soda se derrumbó a la sombra del arbolito y quedó bastante cerca, como nunca lo había estado: el viejo no había cruzado jamás una palabra con nadie del equipo.
El Soda pudo apreciar entonces que tendría unos setenta años, era flaquito, bastante alto, pulcro y con sombra de barba. Escuchaba la radio con un auricular y en la otra mano sostenía un cigarrillo con plácida distinción.
--¿Está escuchando a Central Córdoba, maestro? --medio le gritó el Soda cuando recuperó el aliento, pero siempre recostado en el piso. El viejo giró para mirarlo. Negó con la cabeza y se quitó el auricular de la oreja.
--No sonrió. Y pareció que la cosa quedaba ahí. El viejo volvió a mirar el partido, que estaba áspero y empatado. Música dijo después, mirándolo de nuevo.
--¿Algún tanguito?, probó el Soda.
--Un concierto. Hay un buen programa de música clásica a esta hora.
El Soda frunció el entrecejo. Ya tenía una buena anécdota para contarles a los muchachos y la cosa venía lo suficientemente interesante como para continuarla. Se levantó resoplando, se bajó las medias y caminó despacio hasta pararse al lado del viejo.
--Pero le gusta el fútbol --le dijo--. Por lo que veo.
El viejo aprobó enérgicamente con la cabeza, sin dejar de mirar el curso de la pelota, que iba y venía por el aire, rabiosa.
--Lo he jugado. Y, además, está muy emparentado con el arte --dictaminó después--. Muy emparentado.
El Soda lo miró, curioso. Sabía que seguiría hablando, y esperó.
--Mire usted nuestro arquero --efectivamente el viejo señaló a De León, que estudiaba el partido desde su arco, las manos en la cintura, todo un costado de la camiseta cubierto de tierra--. La continuidad de la nariz con la frente. La expansión pectoral. La curvatura de los muslos. La tensión en los dorsales --se quedó un momento en silencio, como para que el Soda apreciara aquello que él le mostraba--. Bueno... Eso, eso es la escultura...
El Soda adelantó la mandíbula y osciló levemente la cabeza, aprobando dubitativo.
--Vea usted --el viejo señaló ahora hacia el arco contrario, al que estaba por llegar un córner-- el relumbrón intenso de las camisetas nuestras, amarillo cadmio y una veladura naranja por el sudor. El contraste con el azul de Prusia de las camisetas rivales, el casi violeta cardenalicio que asume también ese azul por la transpiración, los vivos blancos como trazos alocados. Las manchas ágiles ocres, pardas y sepias y siena de los muslos, vivaces, dignas de un Bacon. Entrecierre los ojos y aprécielo así... Bueno... Eso, eso es la pintura.
Aún estaba el Soda con los ojos entrecerrados cuando al viejo arreció.
--Observe, observe usted esa carrera intensa entre el delantero de ellos y el cuatro nuestro. El salto al unísono, el giro en el aire, la voltereta elástica, el braceo amplio en busca del equilibrio... Bueno... Eso, eso es la danza...
El Soda procuraba estimular sus sentidos, pero sólo veía que los rivales se venían con todo, porfiados, y que la pelota no se alejaba del área defendida por De León.
--Y escuche usted, escuche usted... --lo acicateó el viejo, curvando con una mano el pabellón de la misma oreja donde había tenido el auricular de la radio y entusiasmado tal vez al encontrar, por fin, un interlocutor válido--... la percusión grave de la pelota cuando bota contra el piso, el chasquido de la suela de los botines sobre el césped, el fuelle quedo de la respiración agitada, el coro desparejo de los gritos, las órdenes, los alertas, los insultos de los muchachos y el pitazo agudo del referí... Bueno... Eso, eso es la música...
El Soda aprobó con la cabeza. Los muchachos no iban a creerle cuando él les contara aquella charla insólita con el viejo, luego del partido, si es que les quedaba algo de ánimo, porque la derrota se cernía sobre ellos como un ave oscura e implacable.
--Y vea usted a ese delantero... --señaló ahora el viejo, casi metiéndose en la cancha, algo más alterado--... ese delantero de ellos que se revuelca por el suelo como si lo hubiese picado una tarántula, mesándose exageradamente los cabellos, distorsionando el rostro, bramando falsamente de dolor, reclamando histriónicamente justicia... Bueno... Eso, eso es el teatro.
El Soda se tomó la cabeza.
--¿Qué cobró? --balbuceó indignado.
--¿Cobró penal? --abrió los ojos el viejo, incrédulo. Dio un paso al frente, metiéndose apenas en la cancha--. ¿Qué cobrás? --gritó después, desaforado--. ¿Qué cobrás, referí y la reputísima madre que te parió?
El Soda lo miró atónito. Ante el grito del viejo parecía haberse olvidado repentinamente del penal injusto, de la derrota inminente y del mismo calor. El viejo estaba lívido mirando al área, pero enseguida se volvió hacia el Soda tratando de recomponerse, algo confuso, incómodo.
--... ¿Y eso? --se atrevió a preguntarle el Soda, señalándolo.
--Y eso... --vaciló el viejo, tocándose levemente la gorra--...Eso es el fútbol. 

CUESTIONARIO:


1-      ¿Cuándo y dónde sucede este cuento? ¿Qué tipo de cuento es? ¿Por qué?

2-      Caracteriza los personajes

3-      Cuenta el argumento con tus palabras

4-      ¿Con qué compara el fútbol el viejo? ¿Con qué artes lo compara? ¿Por qué crees que lo hace?

5-      Los futbolistas: ¿son héroes o ídolos? ¿Qué diferencia hay en estas dos palabras?

6-      ¿Cuál es tu ídolo y por qué?

7-      Si fueras un héroe o un ídolo de algo: ¿De qué serías y qué harías?

8-      Cuenta una anécdota asociada con el fútbol y tu familia o amigos (min. 10 renglones)

9-      Realiza un dibujo representando la escena del cuento leído

10-   Crea un cuento donde se resalte otro deporte asociándolo con otras artes o un cuento de fútbol (min. 15 renglones)
11-  Mira y comenta si está bien contado de acuerdo al cuento el siguiente video relacionado: 

 Trabajo elaborado por el profesor Carlos Ariel Genco, Viedma, Río Negro

miércoles, 10 de abril de 2013

El zorro y el tigre, de Laura Roldán

fábula El zorro y el tigre
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Les dejo el segundo texto del Taller de lectura y escritura.





fábula                                        El zorro y el tigre.                         
                                                        Autora: Laura Roldán-1993


El día estaba tan lindo. Los pájaros cantaban contentos, los brotes de los árboles verdeaban al sol como esmeraldas y los yuchanes florecían como locos, rosa y blanco por donde se mirara. Los animales andaban todos noviando. Bueno, son esas cosas de la primavera.
El Zorro estaba lo más tranquilo tirado en el suelo con las patas apoyadas en un lapacho, mirando a unas cotorritas que construían el nido. Pensaba en esa zorra tan bonita que había visto el otro día y el corazón le galopaba contento. De repente el Tigre apareció de la nada y con un rugido feroz le saltó encima.
— ¡Te tengo atrapado, Zorro del diablo! Esta vez sí que no te me vas a escapar.
"¡Qué problema! —pensó el Zorro—, y yo tirado aquí patas arriba sin poder hacer nada."
Pero pensar podía, así que pensó y dijo con voz de que se está por acabar el mundo:
— ¡Ah, don Tigre! ¡Menos mal que llega alguien! ¡Ya no doy más!
— ¿Que no das más? Seguro que estás inventando algo para escaparte.
— ¡No, no! Ayúdeme a sostener este árbol que se me doblan las rodillas.
— ¿Y qué pasa con este árbol? —preguntó el Tigre picado por la curiosidad.
— ¡Que se va a caer! ¿No ve lo torcido que está? Y si se cae se viene todo el monte abajo y nos morimos aplastados. Porque este árbol es el que sostiene todo. ¡Uff! No doy más, voy a aflojar.
— ¡No, no, aguante un poco más! ¿Qué podemos hacer?
—Vaya a traer un tronco grande para poder apuntalar el árbol. ¡Ah, me rindo! —gemía el Zorro.
— ¡Aguante, don Zorro, aguante!
El Zorro miró al Tigre con cara de moribundo y le dijo:
— ¡Ya sé! ¿Por qué no se queda usted que es tan fuerte, sosteniéndolo un rato, mientras yo voy de una corrida a buscar un gran tronco para asegurarlo?
— Bueno, bueno —dijo el Tigre—. Quédese quieto hasta que yo sostenga todo el peso.
Y se acostó al lado del Zorro. Levantó sus grandes patas peludas y las apoyó con fuerza contra el árbol.
—Bueno, afloje ahora, don Zorro —le dijo mientras el Zorro se refregaba las rodillas dolorido.
— ¡Ah, qué alivio don Tigre! Menos mal que llegó usted justo cuando me daba por vencido —dijo el Zorro, sacudiendo un poco las patas para que se le desentumecieran—. ¡Téngalo bien firme que yo voy a buscar un buen tronco y vuelvo! No me afloje, ¿eh?
— No, no, pero vaya rápido.
Y el Zorro se fue corriendo un trecho. Cuando calculó que se había alejado lo suficiente, caminó despacio, mirando cómo andaba la primavera por ese lado del monte. Las cotorras estaban haciendo sus nidos, los brotes de los árboles parecían esmeraldas y se veía el rosa y blanco de los yuchanes por todos lados. Entonces se acordó de que por ahí había visto una zorra muy bonita el otro día y se metió en el monte mientras el corazón le galopaba contento, ya olvidado del Tigre, que vaya a saber cuándo se dio cuenta de que lo engañaron con una mentira más grande que el lapacho que se quedó sosteniendo.
Dicen que muchas horas después un rugido feroz hizo temblar el monte entero y vieron pasar al Tigre refregándose las rodillas y maldiciendo en voz alta.


Responde:
  1. Busca la definición y características de fábula.
  2. ¿Cuál es la trama (historia) de la fábula?
  3. ¿Qué enseñanza (moraleja) tiene el texto?
  4. Caracteriza los personajes.
  5. Dibuja en seis cuadros la historia de esta fábula y que se entienda.
  6. inventa una fábula con personajes animales. primero piensa que enseñanza (moraleja) intentará enseñarnos y luego escríbela.


 Elaborado por el profesor Carlos Ariel Genco, Viedma, Río Negro

El primer día de otra vida

foto de internetel primer día de otra vida

alumnos, les dejo el primer trabajo con el cuestionario debajo, fue posterior a las pautas de trabajo en el aula por si no lo fotocopiaron, saludos, el profe.

 El primer día de otra vida

Mamá me despertó y recordé cuál era este día, mi primer día de clases aunque yo ya fui a jardín y ahí hicimos actividades escolares. M amá dice que la primaria es parecido pero que no es lo mismo, hay más de una maestra y ¡ni te imaginás en la secundaria! Me había preparado varias excusas para este momento, hasta pensé en cortarme con un cuchillo y que ella viera sangre y diga: ¡Ay no, mi chiquitín, no vamos y te quedás en casa jugando! Pero vi la cara de ella, la mirada fija cuando me despertó y no había otra, había que ir.
Desayunamos y salimos, en la calle cruzamos otros chicos que también tenían guardapolvo y a medida que nos acercábamos a la escuela se sumaban más, a varios los conocía del jardín y vi que el verano los había hecho más desenvueltos, más seguros, ¿yo también estaría así? Uno ve todo menos uno mismo, a no ser frente a un espejo y siempre que aparezco adelante, me peino y frunzo la nariz, a veces me estiro la boca con los dedos y saco la lengua, se hacer once monstruos distintos y hasta un zombi, incluso me sé poner la mano blanca sin sangre. Pablo que iba adelante me saludó, con él nos peleábamos todo el tiempo en jardín, me sacaba los juguetes, me rompía la hoja y yo un poco hacía lo mismo, hoy me saludó y me cayó bien, es bueno conocer a alguien.
En la puerta de la escuela nos agolpamos todos, hubo más ruido y charlas y gritos, un chico se tiró al piso y lloraba colorado, hacía fuerza para irse casi arrastrando mientras su mamá lo trataba de convencer, yo no le voy a hacer eso a mamá, ella me prometió ir a comer un helado después si me portaba bien y sabe lo que me gustan, me hace pensar que seguimos en verano y nos vamos a la playa. A un costado, junto a la puerta había una chica rubia parada, flaca, su pelo liso caía sobre el guardapolvos planchado ,, no nos miramos pero me llamó la atención, en el jardín no me pasaba esto de mirar chicas y sentir algo raro, como una sensación fría pero de calor en la cara y no era con todas las chicas, solo con algunas. Escuché su nombre, Magalí.
La directora nos fue saludando uno por uno como si nos conociera, me dio el beso que le daba a todos y me apretó los cachetes, siempre me los aprietan, debe ser por mis pecas y no me gusta, me hace sentir que soy un bebé. Me mandó con una maestra, la señorita Raquel, me colocó en la fila y quedé cuarto, atrás mío estaba Pablo que me dijo: por lo menos no estamos con el enanito de adelante. Y me reí, tenemos cierta complicidad ahora. Ni el poste de luz de atrás, le dije. Y chocamos los puños, desde ahí sentí que seríamos buenos amigos.
Al entrar al aula, la seño Raquel nos entró a sentar, eramos veinticuatro, iba sentando a varones con mujeres y me dijo: Damián, vos vas a aquél banco de allá. Seguí su dedo y casi se me aflojan las piernas, estaba Magalí, mirándome, viendo que su compañero de banco era yo. Me senté y me tendió la mano diciendo que era Magalí y venía de un pueblo vecino. Yo solo pude pronunciar un Damián apenas audible. Se acomodó en el banco y empezó a ordenar sus útiles en su sector del banco, puso una regla de división y dijo: de acá para allá es tuyo.
No recuerdo que explicó la maestra, solo me preocupaba por no moverme y parecer extraño ante Magalí, de reojo observaba sus movimientos anotando, organizando las hojas y dos por tres cómo se acomodaba en la silla o como tomaba su pelo con la mano para que no le moleste. Estuve como en una nube hasta que toco un timbre y dijo la seño que podíamos salir al patio. Magalí me dijo: ¿vamos a ver a Alfredo? Si dije y la acompañé casi corriendo, esperaba ver al portero pero era un caballo, la escuela tenía un caballo, dos vacas, un gallinero y siete conejos en una jaula. Yo sabía – dijo Magalí- yo sabía que me iba a gustar venir y jugar acá, qué te parece? Yo medio shockeado todavía por la nueva vida que se me vino encima de repente le dije: si, está linda la escuela.

Autor: Carlos Ariel Genco


Cuestionario guía:

1) ¿Cómo es el personaje principal?
2) ¿Qué cosas le gustan y que cosas no al personaje?
3) ¿Dónde y cuándo sucede la historia?
4) ¿Cómo fue tu primer día de primaria y de secundaria?
5) ¿Qué diferencias encuentras entre la escuela primaria y la secundaria?
6) ¿Qué crees que aportará a tu vida la secundaria?
7) ¿Qué debes hacer y qué no hacer para aprobar las materias?
8) Siguiendo las pautas de trabajo: da dos ejemplos de mal y dos de buen comportamiento en clase.


Trabajo elaborado por el profesor Carlos Ariel Genco, Viedma, Río Negro

Como hacer un blog en Blogger


 Como hacer un blog en Blogger


Alumnos: acá dejo como hacer un blog en Blogger para quienes no lo sepan hacer, les deseo una buena aventura y éxitos con lo virtual. Recuerden hacer el mail en Gmail primero y recordar la contraseña, pequeño gran detalle. Saludos, el profe.

Como crear un mail en gmail, sigue el enlace: http://www.youtube.com/watch?v=BBnl2G2XtxI
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